jueves, 18 de febrero de 2010

gravedad


A ti lo que te gustaba era hacer cosas para la casa; lijar, barnizar, impermeabilizar. Realmente éramos muy distintos porque yo soy un inútil para todo eso. Por el contrario, a ti la física te parecía una ciencia oscura y lejana. Supongo que me veías un poco como a un ser de otro planeta con mis ecuaciones y mis cálculos.

Sin embargo, ahora me doy cuenta de que te tenía que haber dado una clase de física. Una chiquita, de cinco o diez minutos. Sin ningún ánimo de aburrirte, sino solo de mostrarte alguna información muy práctica para la vida.

Lo primero que te hubiera enseñado es que la aceleración de la gravedad en la tierra es de 9.8 m/s2. Aunque probablemente eso te lo habían hecho aprender en la escuela. Lo que seguramente no te enseñaron es que ese número es absolutamente brutal. Te dice por ejemplo, que si te precipitas al vacío una distancia de diez metros, vas a alcanzar el suelo en un tiempo menor a un segundo y medio. En ese tiempo no te alcanzas a pner en una buena posición a menos que seas un gato, que no era tu caso. También te dice algo todavía más importante. Que al caer tienes una velocidad de más o menos 50 km/h. Y eso amigo mío, no lo aguanta ni una cabeza tan dura como la tuya. Sí, te tenía que haber dado esa clase. A lo mejor así hubieras tenido más cuidado al pasearte por esa azotea; al pasar al lado de ese domo. Tan desenfadado con tus chanclas y tu escalera.

Pero lo que realmente no se vale es que no me hayas tú dado a mi una clase. No hubiese sido equitativo porque la mía te la daba yo en cinco minutos y la tuya hubiera llevado bastante tiempo más.

Me tendrías que haber enseñado que hago ahora, a dos días de que todo haya pasado. Adonde mando este dolor casi insoportable que tengo en el pecho. Me tendrías que haber contado como hago para quitar de mi cabeza ese espantoso ruido de plástico roto. Como borro de mi memoria esa espantosa visión de tu cuerpo postrado en el suelo, esa hora infernal esperando la ambulancia. Vamos, al menos me tendrías que haber dicho que hago ahora con ese inmenso cariño que sentía por tí a pesar de tener tan poco tiempo de haberte tratado. No se vale mano, no se vale.

Pero dentro de todo, todavía te paso que no me hayas dado a mi esa clase. Al fin y al cabo tampoco me conocías desde hace tanto. Pero y mi madre? A ella al menos le podías haber dado la lección. Si no completa, aunque fuera sólo una parte. Como por ejemplo contarle en donde encuentra ahora esa inmensa felicidad que tú le dabas y que se le perdió de repente en un segundo. Ahora ya no estás. ¿Qué te costaba decirle donde la dejaste cuando te fuiste? ¿Eh? ¿Qué te costaba?

Ni siquiera tu hija, tu adorada brujita, logró impedir tus ansias de volar.

Pero ya te fuiste, y no nos diste la clase. Supongo que tendrémos que aprenderlo por otro lado. Así que sólo me queda decirte: Descansa en paz, queridísimo Antoñito, descansa en paz.

lunes, 4 de mayo de 2009

Poesía


      Quiero hablar de una persona muy especial. Quizás al primer o segundo encuentros no te des cuenta de todo lo que lleva por dentro. De hecho, cuando la conoces mejor, te das cuenta de que es natural que esto sea así. Y es que es necesaria una buena dosis de introversión para haber vivido tan intensamente la noche oscura del alma como puede adivinarse lo ha hecho cuando lees lo que escribe. También puede olerse que ha habido mucho trabajo atrás para ir digiriendo toda esa amargura que a todos nos invade aunque a unos con más fuerza que a otros.


Esto último se percibe en su poesía. No hay afectación ni falso dramatismo. Simplemente la verdad desnuda y una sinceridad que le da a todo lo que dice una fuerza enorme. Si a esto le añadimos todo el trabajo que hay detrás para poder expresarlo con tanta belleza como lo hace, tenemos poesía. Una poesía absolutamente magnífica.


Admiro mucho esta persona. No sólo por la forma en que conmueve cada vez que la leo, sino también porque es un ejemplo de vida. ¡Se requiere mucho valor para decidir ganarse la vida escribiendo poesía! Sí, en pleno siglo XXI donde el capitalismo es lo que manda. Donde lo único que vale es lo que tienes y no importa en absoluto la forma como lo has ganado ni como lo utilizas. Ella no. Simplemente se dedica a digerir su oscuridad poco a poco, haciéndose más sabia cada vez y luego nos regala todo eso sin ningún tipo de regateo, sin guardarse nada. Y además lo hace sin hacer ruido; con la tranquilidad y la discreción que la caracterizan, nos va regalando un poco de lo mucho que lleva por dentro.


San Francisco, domingo 26 de abril a las 9 de la noche. Mi hotel, que afortunadamente tiene internet, mi portátil y un programa de radio que, seguramente no está escuchando demasiada gente. Un programa donde se lee poesía, en la ciudad de México, un domingo y a las 11 de la noche. Demasiadas cosas en contra, aunque quizás los marranos con sus fiebres lograron conducir a algún despistado confinado en su casa a sintonizar por error la estación, aumentando aunque sea un poco la audiencia.


El clima es propicio, la conductora no es el súmmum de la inteligencia, pero logra crear un ambiente cálido y agradable. La poesía empieza a brotar. Mi hermana, Julieta, lee sus cosas exactamente como tienen que leerse. Tranquilamente, sin ninguna afectación. Simplemente dejando que las palabras fluyan lentamente y vayan transformando al que las escucha. Yo, solamente escucho emocionado, sintiéndola muy cerca y pensando que tengo una gran suerte de poder llamar hermana a alguien como ella.


Espero que su introversión no se moleste si doy aquí su blog. Se llama “La música de la sangre” y la dirección es: lamusicadelasangre.blogspot.com. Aunque se prodiga casi tan poco como yo, lo que hay por leer hace que valga totalmente la pena darse una vueltecita por ahí.


domingo, 11 de enero de 2009

Inmigrantes


Cuando llegué a España, el tiempo durante el cual pensaba quedarme era indefinido. Pensaba más o menos en dos años, pero sólo por tener algún tipo de referencia que pudiera paliar un poco el inmenso vértigo que sentía en esos momentos. Porque realmente es una diferencia enorme a nivel psicológico el tener más o menos acotados los periodos y las actividades que vas a hacer en el otro país. Cuando es este el caso, tienes una seguridad de tipo institucional. Llámese beca, permiso de trabajo, etcétera. Ahora que estoy viviendo en esa otra situación, me parece que ese vértigo que se siente cuando no está todo en su lugar resulta un acicate formidable para adaptarse al país. Por supuesto que las inmensas diferencias objetivas entre Logan y Madrid son un factor fundamental. Pero a pesar de ello, creo que lo que pasa por dentro es por lo menos tan importante como esto.

Hablar de un tiempo indefinido, quiere decir que pueden ser muhos años o tan sólo algunos meses. De hecho, esto último es en principio lo más probable, tomando en cuenta el hecho de ser un inmigrante sin papeles. Se vive con ansiedad y con miedo. Pero también con una constante sensación de urgencia. Urgencia de comerse el país a bocados grandes. De conocer hasta el último rincón del Prado; de ver cuantos espectáculos flamencos se te pongan enfrente; de recorrer Madrid palmo a palmo y conocerlo aún mejor que los nativos si se puede. Y también, de guardar un poco en un cajón tu mexicanidad, tus viejos amigos, tu familia y en general, todas tús raíces. No es que las olvides, siempre están ahí presentes. Pero si lo estan demasiado se convierten en un lastre no compatible con la sensación de urgencia que te embarga a cada momento.

Recuerdo aquellos días como de los más intensos de mi vida. Y, al mismo tiempo, aunque parezca paradójico, teniendo una sensación de irrealidad. Parecía como un sueño el finalmente estar allí, con esa gente de maneras tan bruscas, pero en el fondo, amables a su modo. Creo que no hubiera sido posible hacer los grandes amigos que he hecho en Madrid y de conocer profundamente a tanta gente maravillosa, de no haber sido por el látigo de la urgencia.

Esta sensación de aventura hace que, aunque todo lo externo tenga un aspecto bastante oscuro y amenazante, tengas la sensación de estar actuando desde tu centro. Creando tu propio espacio desde dentro hacia afuera y eso te da la fuerza necesaria para sobrellevar todo el miedo y la ansiedad que te acompañan.

En Logan me ha pasado justo lo contrario. Ahora todo lo externo está perfectamente ordenado (¡Y de qué manera!). Pero en lo interno, al menos al principio, todo era un absoluto desastre. Al principio, la sensación de desorientación era absoluta. No sabes ni de donde vienes ni adonde vas. Como arrojado a un mundo del que no tienes ninguna referencia, ni tampoco ningunas ganas de querer entender. Con gente que habla otro idioma, no sólo en el sentido literal, cosa no banal, sino sobretodo en el sentido figurado, cosa aún mucho más importante. En cierto modo resulta bastante protector trabajar tantas horas como un esclavo, porque así no tienes tiempo de pensar demasiado.

En esas situaciones, siempre hay un gran remedio. Volver a las raíces. Abrazar a Lía, ver a los viejos amigos, emborracharme con mi hermano hasta las siete de la mañana, ir al chico con mi madre a pasar año nuevo, jugar al risk con Julieta y Getse. En fin, hacer un alto en el camino para regresar un poco a los orígenes y recordar quien eres y adonde vas. Por eso me ha ayudado tanto volver a casa en estos días. El regreso a mormonland ha sido mucho menos traumático de lo que esperaba. A pesar de que este pinche lugar no ha cambiado nada, mi actitud hacia el es muy distinta. Hasta podría decirse que estoy empezando ha disfrutar un poco de mi estancia por acá.

Siempre existen hechos externos, aparentemente banales, pero que te confirman que las cosas están cambiado por dentro. En este caso, una fiesta (y de paso así les cuento algo más de Logan, que no he hablado demasiado de él). Existe una costumbre aquí, que consiste en que cuando alguien se cambia de casa y se encuentra más o menos establecido, organiza una fiesta para sus amigos. Este tipo de fiesta tiene un bonito nombre: "house warming". Nada más llegar de México, nos tocó organizar la nuestra. La fiesta acabó a las seis de la mañana, hecho por demás insólito en estos lugares. Pero encima con la gente ¡Bailando a Manu Chao a esas horas! Después nos han dicho algunos que es una de las mejores fiestas a las que han ido. Cosa que, por otro lado, no es demasiado difícil dado el nivel de las que se cuecen por acá (otro día les cuento de las divertidas fiestas de mormonland).

Así que ahora las cosas van más o menos marchando. Por eso, si algún valiente se anima a visitarme, ya sabe que será "more than welcome" de venir. Lo que nos sobra por acá es espaci0.


Por supuesto existe otro tipo de inmigración, que desgraciadamente es la más común. En este último caso, las razones no vienen de un enamoramiento del país o de que has sacado una beca para estudiar en el extranjero. Las razones son puramente económicas. Es la inmigración del hambre. Aquella que te obliga a dejar tus raíces y familia porque no te queda de otra. Aquella en la que esencialmente eres utilizado como mano de obra barata para realizar un trabajo que los ricos ya no quieren hacer. Aquella en la cual, en momentos de crisis te vuelves prescindible para el país y pasas de convertirte en algo útil a una amenaza social. Aquella que da tantos votos a políticos que utilizan el miedo a lo diferente como arma arrojadiza para ganar elecciones. Aquella de la cual, afortunadamente para mi, no tengo más que referencias indirectas porque nunca la he vivido en carne propia. Supongo que en este caso sí que debe ser casi imposible adaptarse. Sin embargo, la gente lo hace.








domingo, 30 de noviembre de 2008

1485N 400E





El título de esta entrada no tiene nada que ver con alguna gráfica que esté realizando en mi trabajo. Es simplemente mi nueva dirección. Hay que reconocer que tiene su parte práctica lo de que las calles tengan como nombre un par de coordenadas. De hecho, un día estaba medio perdido por las calles de Logan, pero no había ningún problema dado que sabía exactamente el punto a donde dirigirme siguiendo sólo los nombres de las calles. Por otro lado, la academia "amor de Dios", aquí se llamaría algo así como: academia 400N 200W, lo cual no parece demasiado flamenco (por eso me está costando tanto encontrar un lugar para practicar).  Me parece que prefiero perderme en un barrio donde existan calles como la calle de la Cabeza o la plaza de las comendadoras, que estar siempre bien orientado.
No quiero hacer de este blog una especie de apología de Madrid, pregonando sus muchas virtudes para quejarme de lo mal que se vive por acá, primero porque no sería exacto, y en segunda porque, ya que estoy por acá, conviene vivir a tope la experiencia con todo lo que conlleva, así que vivir añorando  tampoco es la mejor manera de instalarse en Logan. Así que intentaré ser justo al juzgar a 1485N 400E.
        Visto de manera puramente objetiva, el piso es una pasada. Tiene del orden de 130-140 metros cuadrados y yo vivo en una habitación con baño propio y un vestíbulo que, en conjunto es más grande que todo Amparo 15. Además tiene un par de ventanas enormes que dan una luz maravillosa a todo el cuarto. La vista que tengo desde ellas también es magnífica. Desde cada una de ellas se ven dos conjuntos distintos de montañas nevadas realmente preciosos.( Me hubiera gustado colgar unas fotos, pero siempre que salgo en la mañana, a mi habitación le da el sol de frente, por lo que no se ve nada en la cámara. Al regresar por la noche, menos aún). Por si esto fuera poco, tengo piscina (ahora ni pensar en utilizarla, el frío empieza a ponerse bastante cabrón), jacuzzi y fitness center. Cada vez que leo esto en la entrada me entra la risa.  Me veo viviendo en  un piso que yo no hubiese elegido ni en sueños, en una ciudad la cual, probablemente sería una de las últimas en mi lista si tuviera que poner a todas las ciudades del mundo en orden de preferencia, sin embargo, tiene su punto. Creo que ante estas situaciones lo mejor es la opción zen. Es decir, deja que la vida fluya y aprende todo lo que puedas.
     Otras cosas que puedo decir a favor de 1485N 400E. La temperatura es buena (lo cual creo que apreciaré profundamente dentro de pocos días), las duchas matinales son una maravilla y la cocina tiene un tamaño enorme que te invita a ponerte a preparar cosas. Otra cosa buena es que USA está llena de productos mexicanos en sus tiendas. Por lo tanto,  los chilaquiles empiezan a ser cosa cotidiana.
    Contrapartes... Muchas, y muy importantes. Me estoy dando cuenta cada vez más que me toca vivir un año de profundos contrastes. Por un lado tengo todas las condiciones (es decir, comodidades, recursos, asesorías, etc), para hacer el trabajo que vine hacer a aquí. Por otro me falta todo lo demás. Al menos por el momento.
     Creo que no soy capaz de describir con claridad éstas contrapartes. Pero tengo aquí un reglamento que firmé al entrar a vivir aquí. Me parece que algunas de las reglas son bastante ilustrativas. Pongo algunas:
-En invierno, el dueño (se refiere a la compañía que arrienda), hará esfuerzos razonables para remover la nieve y el hielo de las aceras. Sin embargo, los residentes conocen los riesgos inherentes al invierno y están de acuerdo en tomar todas las precauciones para evitar salir lesionados.
-No se permite lavar el coche en la propiedad.
-Bridgerpoint (así se llama esto) tiene un toque de queda para las personas menores de 17 años (!!ay guey¡¡). Los niños y todas las personas menores de 17 deberán permanecer en su departamento a partir de las 21:00. (Parece que la adolescencia aquí tiene sus agravantes. ¡Por si fuera poco!).
-No está permitido consumir alcohol afuera del departamento (hasta aquí, hasta me parece normal). Si se sospecha que usted o algún miembro de su familia están usando drogas ilegales dentro del departamento, su nombre será enviado a la división de narcóticos para una investigación. Nosotros tenemos TOLERANCIA CERO para las drogas USTED SERÁ PERSEGUIDO Y EXPULSADO! (Gracias, ¡Qué amable de su parte! ).
-Está prohibido el uso de balcones para colgar la ropa.
-Los niños no pueden usar las áreas de recreo a menos que estén acompañados por un mayor.
-Los invitados no pueden quedarse en los departamentos por más de tres días si no es esto aprobado antes por la gerencia (no se preocupen. Si vienen a visitarme no querrán estar aquí por más de tres días. De ahí supongo que viene la regla.).
-(Esta me  concierne directamente) No está permitido fumar ni dentro, ni en los balcones, ni en cualquier lugar que esté 25 pies (7.62 m) alejado de cualquier edificio (con el bonito balcón que tenemos, pensé que podría sobrellevar la persecusión al fumador. Pero a 8m de distancia y a -20ºC que parece que es lo que se alcanza, creo que tengo que plantearme seriamente el dejar de fumar). Se preguntarán ustedes, ¿Cómo puede eso comprobarse? No se preocupen, en Logan está todo controlado. ¡Tenemos toda la casa llena de detectores de humo prestos a delatar la menor infracción al reglamento!
    Hay muchas más, pero creo que con éstas creo que he aclarado lo que quería. Es decir, Logan es el mundo perfecto, pero no te muevas un centímetro por que acabas con él  y serás perseguido por ello.  Dado que me es imposible alcanzar tanta virtud y perfección, me parece que me conformaré con tratar de sobrellevarlo lo mejor que pueda y disfrutar de la vista de mis montañas nevadas por la mañana.
    
       
        
 

domingo, 23 de noviembre de 2008

Amparo 15


      Llevaba más de siete años viviendo en mi pequeño agujero de Lavapiés. Siendo honestos, no era bonito. De hecho era más bien feo y la estancia estaba coronada con una lámpara de color dorado que resultaba ser uno de los mayores adefesios que hayan existido. La limpieza del sitio, así como su orden también dejaban mucho que desear. A pesar de todo, me encontraba yo muy a gusto en mi estudio de Amparo 15. Creo que una de las cosas que siempre le caracterizaron, aunque está mal que yo lo diga, fue la hospitalidad.  El espacio  se ha quedado lleno de anéctdotas y de experiencias de todos tipos. Desde las cenas filosóficas con Victoria, hasta las kilométricas comidas con Henar, pasando por unos muy celebrados chiles en nogada con Eugenia y Laura, innumerables horas con Joe, así como una gran cantidad de amigos mexicanos y de algunos otros lares que lo adornaron por temporadas cortas y no tan cortas.
    Por eso me ha sido tan difícil decirle adiós. Recuerdo la sensación cuando, a las seis de la mañana pasó el taxi por mi y tuve que dejar las llaves en el buzón. Esa certeza de que nunca más iba a pasar por esa puerta que dificultaba la entrada debido a la gran cantidad de bultos que vivían por ahí hacinados y que nunca más encendería esa horrible lámpara que daba tan buena luz para leer, es algo que nunca había sentido antes, aunque tiene sus similitudes con lo que se siente cuando se muere un ser querido.
   Era bastante feo mi agujero de Amparo 15. Pero siempre se tenía algo bueno que leer, maravillosa música que escuchar y a menudo se comía bastante bien. En pocas palabras, era un lugar que estaba vivo y en el que se han quedado una gran cantidad de grandes experiencias y de personas con las que tuve el gusto de compartirlo. Esto, sin contar con el nada desdeñable hecho que se encontraba en el mejor barrio de Madrid, si no es que el mejor de toda España (sin ánimo de ofender a nadie :).